El siguiente síntoma apareció algunas semanas después, tras acostumbrarme a mi nueva condición de alérgico y de algunas bromas de temática vampírica respecto de ella por parte de mis queridos amigos, cuando pensaba que se trataba de un hecho aislado. Era un sábado por la mañana. Yo me había quedado delante de mi ordenador hasta altas horas la noche anterior y estaba tirado en mi cama a las 12 de la mañana. Mis padres se habían ido a comprar algunas cosas al supermercado y mi hermana fue a despertarme porque ya era tarde. Mi hermana emplea múltiples formas para ello dependiendo de la situación y de la prisa que tenga por despertarme. En aquella ocasión, utilizó una que me resultó muy dolorosa. Levantó la persiana rápidamente y el sol me dio directamente en los ojos. El dolor que me inundó fue demasiado para mí. Grité como nunca lo había hecho y durante un tiempo no pude ver nada. Mi hermana se asustó, pero en seguida me ayudó y me llevó al baño a echarme agua en los ojos. Después de un rato el dolor remitió y volví a ver. Fuimos a sentarnos al salón y mientras mi hermana me preparaba una taza de café decidí que había llegado el momento de que hablásemos en serio sobre lo que me estaba pasando en los últimos días.
- ¿Tú qué piensas sobre esto, enana?
- ¿Sobre qué?
- Sobre todo esto. La alergia al ajo, el sol… ¿Crees que…?
- ¿En serio me estás preguntando si creo que te estás convirtiendo en un vampiro?
- Es que todo es tan extraño…
- A ver, ¿te ha mordido alguna persona o has bebido sangre de alguien?
- No.
- Entonces que yo sepa, ésas son las formas de convertirse en vampiro y si no te ha pasado nada de eso es que no lo eres. Sólo ha sido una coincidencia. Seguro que ahora te pones al sol y no te pasa nada.
- Probemos.
En cuanto entré en contacto con el sol noté otra vez un picor en los ojos y en la piel. No era para nada agradable, pero no tenía comparación con el dolor de antes. Cuando le dije a mi hermana lo que había pasado se extrañó, pero me dijo que los vampiros sólo existían en la ficción y que sería otra alergia o algo así y que podíamos ir al médico. Yo me negué y le pedí que no se lo contara a nadie. No quería preocupar más a nadie y si para ello tenía que soportar aquel picor lo haría.
En cualquier caso, a partir de entonces traté de evitar el contacto con el sol siempre que podía. Vestía con ropa larga, y hasta con guantes si era posible, y llevaba siempre gafas de sol para evitar el picor en los ojos. Por ello empecé a estar más pálido de lo normal y a parecer raro. Un rasgo que me sigue acompañando, aunque ahora ya no es tan raro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario